Durante la cuarentena, un grupo de vecinas encabezadas por Mariel Pujol creó el proyecto “Libros en el Barrio” en Saavedra, con el objetivo de mantener el vínculo con la lectura. En esta iniciativa, se entregaron 2000 libros al Barrio Mitre y se promovieron eventos culturales abiertos a la comunidad.
El proyecto “Libros en el Barrio” surgió durante la cuarentena por parte de Mariel Pujol y un grupo de vecinas de Saavedra. Además de la entrega de libros, también llevan a cabo diversas actividades abiertas y por redes sociales.
Mariel Pujol, diseñadora gráfica y vecina de Saavedra, es la creadora del proyecto “Libros en el Barrio”. Durante la primera ola de la pandemia, se sumaron Julieta y Pato, mediadoras de la lectura, para expandir la propuesta. Ahora, han entregado 2000 libros en el Barrio Mitre y han promovido eventos culturales para toda la comunidad.
El objetivo principal de “Libros en el Barrio” era asegurar que los niños y niñas del Barrio Mitre, en Saavedra, no perdieran su conexión con la lectura durante la cuarentena. Las creadoras del proyecto afirman que han logrado mantener y hacer crecer esta aventura en el impredecible y complejo año 2021.
Mariel Pujol describe entusiasmada el proceso de recolección de libros: “Hemos recibido alrededor de 3000 libros, con generosas donaciones de cinco editoriales. Visitamos el Barrio Mitre y entregamos aproximadamente 2000 libros. También realizamos tres encuentros de lectura en la plaza del barrio, preparamos 500 regalos, recitamos más de cien poemas a vecinos de todas las edades y compartimos cuentos en audios a través del grupo de WhatsApp de la comunidad. Además, hemos reseñado la poesía de seis autores argentinos contemporáneos, con 24 poesías leídas por Pato”.
Mariel Pujol reconoce que no proviene del mundo de los libros y a veces se siente poco capacitada, pero su iniciativa fue una reacción instintiva para sobrevivir en tiempos difíciles. Durante abril de 2020, se acercaba a la olla popular organizada por la murga Los Goyeneches en el Barrio Mitre y llevaba una bolsa con libros para ofrecer a las personas que asistían.
Mariel destaca que la idea principal era que, además de llevar comida a sus hogares, las personas regresaran con una historia hermosa para contar, un libro para leer y la posibilidad de escapar un poco de la dura realidad. Las visitas casa por casa permitieron forjar vínculos involuntarios durante treinta y dos fines de semana consecutivos.
Por su parte, Julieta explica el proceso de distribución de los libros: “Una vez que clasificamos los libros por edades y géneros literarios, nos encontramos con Mariel en una esquina. Cargamos los carritos y comenzamos el recorrido. Nos adentramos en las calles del barrio, tocamos puertas o aplaudimos anunciando ‘llegaron los libros’, y así, todos salen o nos encontramos con los niños y niñas que vienen corriendo por las calles”.